Nuestro párroco presentó el capítulo octavo de Amoris Laetitia

01 de Junio de 2016

 
Bajo la pregunta "¿Pueden comulgar los divorciados vueltos a casar?", el padre Osvaldo Fernández de Castro presentó, el jueves 26 de mayo, los aspectos fundamentales del capítulo octavo de la exhortación apostólica "Amoris Laetitia" del Papa Francisco.

"Acoger, discernir e integrar la fragilidad" es el título del capítulo octavo de la exhortación apostólica lanzada el 8 de abril de este año en la Santa Sede. En él, el Santo Padre reflexiona en torno a la misericordia y al discernimiento pastoral frente a situaciones que no responden plenamente al ideal cristiano en relación al sacramento del Matrimonio.

Al inicio de su charla, el padre Osvaldo se refirió a los diversos comentarios que han surgido a raíz de este capítulo y señaló que "el Papa quiere aportar algo en la reflexión en torno a la familia, en un punto que es importantísimo: el tema de los divorciados vueltos a casar es un gran dolor para la persona que lo experimenta, pero también para nosotros como Iglesia, porque no hemos sabido muy bien cómo responder, cómo acoger. Francisco invita a conversar y profundizar en este tema".

En relación al texto del capítulo octavo, el párroco reflexionó a partir del número 292, que presenta una definición del sacramento del Matrimonio: "El matrimonio cristiano, reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer, que se donan recíprocamente en un amor exclusivo y en libre fidelidad, se pertenecen hasta la muerte y se abren a la comunicación de la vida, consagrados por el sacramento que les confiere la gracia para constituirse en iglesia doméstica y en fermento de vida nueva para la sociedad (AL, n. 292)".

Luego se refirió a las situaciones especiales planteadas por el Sumo Pontífice, y recalcó que "lo fundamental del capítulo está en la distinción, en el discernir cada caso, porque son todos casos distintos. El Papa desde el principio comienza a distinguir las situaciones", y presentó dos de las situaciones a las que el Papa hace alusión: el matrimonio civil o convivencia y los divorciados vueltos a casar. En relación a este tema, el obispo de Roma plantea, en el número 291, que "la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la gracia de Dios también obra en sus vidas, dándoles la valentía para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan [...] La Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza (AL, n. 291)". El padre Osvaldo explicó, en este sentido, que la fragilidad tiene que ver con una "historia de dolor, hay heridas que van marcando la historia de la persona. La separación siempre lleva dolor, por la separación misma o por las causas que llevaron a ella: siempre hay experiencias de profundo dolor detrás de esto [...] La Iglesia tiene que iluminar el camino que tenemos que caminar".

Sobre el matrimonio civil, el presbítero señaló que hay distintas razones (económicas, sociales, culturales, etc.), por las que actualmente no se opta por el matrimonio cristiano o lo imposibilitan. "Frente a estas situaciones, el Papa nos invita a discernir las situaciones diversas que se presentan. De hecho, actualmente en Chile hay leyes que, a la larga, no favorecen el matrimonio. Un ejemplo es el acceso a los subsidios habitacionales, en los que conviene no estar casado para poder optar a más de un subsidio. Es por esto que no es tan simple el porqué algunas personas no se casan, hay razones de peso. En todos estos casos, el Papa nos invita a orientarlos hacia el matrimonio, entendiendo que cada caso es distinto y que cada persona avanza gradualmente", dijo el p. Osvaldo.

En relación a los divorciados vueltos a casar, Francisco plantea que "el camino de la Iglesia es siempre el de Jesús, el de la misericordia, el de la integración, [...] el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero (AL, n. 296)". Sobre esto, el padre Osvaldo aclaró que los divorciados vueltos a casar no están excomulgados, "pero se experimentan como excomulgados, porque no pueden acceder al sacramento de la Eucaristía". En relación al sacramento de la confesión, dijo que "no pueden recibir la absolución, porque viven una situación que es permanente y que va a seguir estando y, por tanto, no pueden comulgar". Concluyó que "la Iglesia no condena a nadie para siempre, 'se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial' (AL, n. 297). Esto no es nuevo, y el Papa se pregunta en qué cosas concretas se pueden ir integrando. Hay, también, algunos aspectos sacramentales en los que se podrían incorporar, como es el caso de los padrinos de bautismo. En definitiva, podemos dar algunos pasos en esto". También llamó a evitar los juicios hacia estas personas y planteó algunos de los criterios dados por Francisco, en el número 298, para discernir las diversas situaciones irregulares. "El Papa no da una normativa general, sino que invita a acompañar y discernir los casos particulares, pues 'el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos' y 'las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas' (AL, n. 300). Este discernimiento puede tener como conclusión el descubrir que no existe culpa grave en algunos casos particulares".

"El Papa invita, en estos casos, a hacer un examen de conciencia a través de distintos aspectos, como la relación con los hijos después de la crisis conyugal, la situación del otro cónyuge y el ejemplo a la comunidad eclesial, especialmente a los jóvenes", continuó nuestro párroco. “El Papa Francisco nos trata a todos como adultos, serios y responsables, capaces de discernir, de elegir. Nos invita a confiar en cada persona”.

Luego, hizo alusión a ciertas circunstancias que el Pontífice cataloga como atenuantes en relación al pecado mortal: “no todos los divorciados vueltos a casar están en situación de pecado mortal. Y si no hay pecado mortal, efectivamente se puede comulgar. Pareciera, entonces, que el pecado mortal no es solamente vivir con otra persona o fundar una segunda familia, sino todo el contexto que lo rodea, la situación con la primera familia, las deudas pendientes con ellos, entre otros”. Dentro de las atenuantes se encuentra el desconocimiento de la norma, que no se pueda obrar de otra manera sin una nueva culpa y los factores que limitan la capacidad de decisión.

Sobre la conciencia de las personas, Francisco plantea que “debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio (AL, n. 303)".     

En uno de los párrafos polémicos, el Obispo de Roma señala que, debido a los factores atenuantes, “es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado -que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno- se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia (AL, n. 305)”.

Hacia el final de su exposición, el padre Osvaldo recalcó la invitación del Papa Francisco a la caridad, la misericordia y la paciencia. Luego concluyó señalando los que, a su juicio, eran los puntos fundamentales del capítulo octavo:

 

  • Tres claves: acompañar, discernir e integrar.
  • Ver los casos de forma particular. No hacer de éstos una norma.
  • No toda situación irregular es pecado mortal. Por lo tanto, en algunas situaciones se podrá recibir la absolución y, por ende, comulgar.
  • Esto requiere hacer un discernimiento: los hijos, el cónyuge, la familia, la comunidad eclesial, entre otros.
  • Invitación a ser adultos y responsables en el discernimiento. Dejarse acompañar.
  • No juzgar ni condenar a otros.

 

Después de la charla, varios de los asistentes plantearon sus dudas en torno a esta exhortación apostólica postsinodal.

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